jueves, 2 de febrero de 2012

El regreso de Horus, 5ª parte

Como expliqué, este relato lo escribí (hasta la 4ª parte) hace un tiempo y se quedó en eso y unas cuantas ideas malformadas que me acosaban desde un rincón oscuro de mi mente. Pues me agrada poder traer a Segmentum Ultima la primera de las partes de esta nueva ronda sobre mi querido Horus, "y cada día el de más gente". Espero que os guste y espereis tanto como yo que la historia continúe. Aquí os lo dejo para que tengais algo que leer cuando visiteis al señor Roca:

Seguía corriendo sin parar hasta que llegó ante una puerta de alabastro tan grande que se confundía entre las sombras sin dejar a la vista su final. Las pisadas de quien lo perseguía cada vez sonaban más fuertes y él estaba sólo en mitad de aquel laberinto, sólo podía huir. Así que empujó con todas sus fuerzas la gargantuesca puerta en vano, se oían las carcajadas y las burlas casi en detrás suya.

Siempre serás débil, no puedes compararte a mi. Tú eres un simple trozo de carne, y estás tirado en la jaula de una jauría de perros asesinos. Ven a enfrentarte a mi si te crees digno de servir a los poderes ruinosos - la voz resonaba en la instancia dejando a su paso una molesta vibración en las mohosas paredes que cada vez estaban más resquebrajadas.

El pánico lo abrazó y empujó la puerta una vez más sin resultado que apreciar. Entonces un sonido rompedor desgarró el mismo aire y voló la pared que había a su derecha en mil pedazos, con la suerte de abrir un hueco de apenas tres metros en la puerta. Estaba asustado, y más cuando vió aparecer una enorme pierna desde el otro lado de la ahora inexistente pared, pero no podía desaprovechar la oportunidad así que entró casi de forma milagrosa por el hueco de la puerta. Horror, lo que veía no podía ser posible.

Estaba exactamente al otro lado de la puerta que había atravesado y ese lugar no era otro que el mismo desde el que había entrado a la puerta. No se podía creer que hubiese vuelto al mismo sitio, estaba sin escapatoria y lo peor es que su perseguidor se encontraba ahora ante él soltando carcajadas.

Delante suya se encontraba un hombre enorme embutido en una armadura que lo hacía más grande aún si se podía. Su presencia era tan fuerte que los enorme muros parecían estar de rodillas ante él, desprendía una energía demoníaca descomunal y lo peor de todo llegó al mirarlo directamente a la cara. Tras una larga mirada de desprecio y un inconmesurable odio destilado directamente hacia él se encontraba junto a un sin fin de las más profundas maldiciones una cara que no olvidaría en su vida. Ante él se encontraba el eterno heraldo de los dioses oscuros, era Horus, el Señor de la Guerra.




El titán se inclinó hacia él con intención de machacarlo entre los gigantescos dedos de su mano desnuda mientras le apremiaba a que lo superase. Entonces una voz conocida lo sacó del trance en el que había entrado. Era Apolion llamándolo - Señor, los exterminadores enemigos están a punto de llegar a la posición clave, debemos dirigirnos hacia allí. Horus, Señor, ¿os encontrais bien? - mientras sus palabras se mezclaban con una incesante ráfaga de explosivos de dimensiones descomunales.

Horus estaba en mitad de una contienda y al resquebrajar el cráneo de un hechicero enemigo había empezado a oir carcajadas hasta que se había encontrado desnudo en un laberinto desquiciante y en el que si hubiera estado sólo unos minutos más hubiera acabado sumergiendolo en la más infernal de las locuras. Había permanecido allí varias horas, pero parecía que sólo había estado indispuesto unos segundos. No podía haber sido un sueño. Empezó a moverse junto a su escolta de exterminadores hacia el punto designado por su primer capitán, Apolion, mientras no dejaba de oir las carcajadas del auténtico Señor de la Guerra en su cabeza.



No hay comentarios:

Publicar un comentario